jueves, 6 de octubre de 2016

La banda del Patio


El Museo Patio Herreriano ha caído recientemente sobre la mesa de plenos del Ayuntamiento de Valladolid y se ha convertido en pasto de pendencias políticas. Repentinamente ha pasado a estar en boca de todos y no por buenos motivos.

Para poneros en situación os contaré que la cosa del Patio Herreriano comenzó hace unos pocos años, durante la burbuja, cuando todas las grandes ciudades españolas querían su “Guggen” y, a nivel regional, se competía por tener museo de arte contemporáneo propio, para unirlo al aeropuerto propio o a la universidad propia, en esa carrera de méritos provincial que tanto nos gusta por aquí. Así que se tomó un edificio, se rehabilitó, y se le inyectó junto al cemento una colección convenientemente apadrinada, un presupuesto profuso y un plan director. Ya se opinaba, a quien quería oírlo, que el Museo nacía hipotecado al comodato de la Asociación Colección Arte Contemporáneo, pero a nadie pareció interesar el riesgo evidente de sufrir una deslocalización de ésta; eran tiempos de vino y rosas.

Todo este conglomerado se fue diluyendo con los años, a base de cada vez más magros presupuestos (incluyendo rescates junteros para desajustes presupuestarios), de alguna que otra intromisión colonial, de soluciones cortas para tiempos largos y de crisis económica, mucha crisis económica. En consecuencia, el Museo devino en una pérdida de visitantes, en un aumento de usuarios por la vía del alquiler de espacios, y en una programación con importante interés museístico pero algo introspectiva, cuya cercanía a su comunidad y entorno inmediato no se ha sabido difundir. O comprender, pues a lo mejor es a mí al que le falta perspectiva.

Con la arribada de otros colores políticos al Ayuntamiento de Valladolid, y sobre todo no siendo predominante ninguno de ellos, tenía que llegar el momento en el que cada grupo quisiera poner su granito para reactivar el Museo; al menos los que consideran que necesita una renovación pues, al parecer, el grupo político anterior apuesta por mantener la gestión de los últimos años. Y esa renovación había de transitar entre el cambio de dirección (aunque para todo hay gustos) y una redefinición de las relaciones de la Fundación gestora con la Asociación que presta el grueso de la colección, sobre todo a tenor de lo que está sucediendo en los últimos tiempos con algunas de sus obras.

Así que no encontraron mejor lugar para debatir sobre el Museo que en el Pleno del Ayuntamiento, lo cual siendo muy democrático no parece adecuado para tratar de regir una institución que tiene un patronato (donde están representados todos los grupos políticos) y un consejo rector y que cuenta con los mecanismos de gestión habituales en estos casos. Cierto que el Museo es cosa de todos los vallisoletanos, pero no parece deseable que se intervenga en los asuntos de una institución cultural a golpe de pleno, sobre todo por parte de grupos políticos que cuando pudieron hacerlo no opinaron sobre el futuro del Museo Patio Herreriano.

También se quiere llevar el debate a la palestra ciudadana mediante la creación de un grupo de trabajo que defina el futuro del museo (nada en contra al respecto), pero la preocupación es que esta colaboración quiera hurtar las competencias que corresponden al patronato del museo. La participación ciudadana debe intervenir en la toma de decisiones, pero esa intervención es compatible con que ésta se realice en su foro natural, que es el patronato. Otra cosa es que la constitución de éste sea excesivamente institucional y política y que sea necesario modificar su composición para dar cabida a colectivos con interés legítimo. No obstante, procuremos que el discurso no sea “más dialéctico que factual”, como expresa Pilar Gonzalo en este estupendo post.

"Reyes precintados". Por Alex Castella from Gavà, Spain (DSC001421) [CC BY-SA 2.0]

Y el caso es que estas peripecias del Museo se producen en momentos delicados, debido a la incertidumbre sobre el comodato de los fondos de la Asociación Colección Arte Contemporáneo. No considero que sea tanta la inseguridad y no tengo duda de que el comodato se mantendrá, pues a las partes interesa, pero también es comprensible la preocupación porque se garantice la cesión de las obras y que se asegure la relevancia de las mismas. En ello están las partes y no tenemos porqué albergar dudas sobre el futuro de la colaboración.

Pero no está de más señalar que, bajo la perspectiva ciudadana, el tema se gestiona con titubeos y que el centro está demasiado sometido al vaivén de las luchas políticas. Hay también una percepción de que el asunto se podría haber resuelto con anterioridad al cese de la directora del Museo, para evitar fricciones innecesarias, si bien ya se sabía desde el pasado mes de julio que la plaza saldría a concurso. No obstante no nos engañemos: la continuidad de la Colección no va a depender de estas minucias y si al final se denuncia el comodato será por interés de la Asociación Colección Arte Contemporáneo. O quién sabe si por otro tipo de presiones interesadas (como veis, para levantar paranoias sirve cualquiera).

No obstante, ante posibles decisiones unilaterales de la Asociación habría que hacer de la necesidad virtud y prever alternativas; y preverlas ya. En definitiva ¿tiene sentido el Museo Patio Herreriano sin la colección? ¿O, si se prefiere, puede existir más allá de la colección? Yo creo que sí pero, partiendo de la base de que lo mejor es que la colección permanezca en Valladolid, deberíamos ir perfilando una línea de actuación que beneficie a la institución y a la ciudad. Para ello es necesario que tengamos claras unas pocas cosas:
  • La Dirección de este museo debe ser el pivote que articule las relaciones entre sus órganos rectores y que proponga las líneas generales de la actividad del Museo, siempre con la ayuda del comité asesor científico (que, por cierto, ¿por dónde anda?). Por eso es imprescindible que se saque a concurso la plaza a la mayor brevedad posible y que se eviten invenciones temporales que erosionan la labor que se quiere realizar. 
  • Entre las primeras cuestiones que se deben abordar está la redacción de un Plan Museológico actualizado, pues no parece que el Plan Director del año 2001 sea el instrumento más adecuado para abordar la renovación del Museo. Junto a ello es inevitable contar con un Plan de Viabilidad del Museo que defina los recursos necesarios para relanzarlo y para garantizar su sostenibilidad, así como su rentabilidad social y cultural. (ver actualización al final).
  • Se debe variar la composición del Patronato para que se adecúe a estándares actuales y se garantice una representación adecuada de los diferentes sectores. A ello habría que exigir la existencia de un compromiso de todos los grupos políticos para sacar al Museo Patio Herreriano del escenario político y para contemplar todas las cuestiones relativas a su gobernanza en el seno del patronato.
  • Todas las partes deben asumir un compromiso de transparencia y de lealtad con el Museo, con el resto de agentes y, sobre todo, con los ciudadanos de Valladolid. Nadie parece estar libre de culpa, a tenor de las denuncias sobre convocatorias de última hora, faltas de confianza o conocimiento de situaciones por la prensa que se vienen denunciando. Naturalmente, la lealtad o deslealtad es una opción personal y por tanto es responsabilidad de quien la toma.
Como veis ha habido palos para todos. Así que a trabajar más y a porfiar menos, que si en el Ayuntamiento se debatiera más sobre políticas culturales nos iría bastante mejor.


P.D.: A los recién llegados a esto, sobre todo políticos, la palabra “comodato” les hace segregar jugos diversos. Resulta gracioso comprobar el éxtasis en sus rostros cuando articulan esas cuatro sílabas alargando la "o" final. Co-mo-da-tooooo. Parece que están hablando del tesoro del Inca cuando lo pronuncian. ¡Criaturitas…!.

Actualización: He de hace una corrección a un erro mío. Sí existe Plan Museológico, pero también es de 2001 y algo escaso. Lo podéis ver en aquí