jueves, 13 de junio de 2013

NO OLVIDES QUE EL MUSAC TAMBIÉN ES NUESTRO


Me pide el cuerpo hablar del Musac. También me lo pide la mente, pero como ya se han esparcido y aireado las vísceras de ese museo parece más propio que me deje llevar por las entrañas. Eso sí, con prudencia, que luego se hieren las susceptibilidades y todo se malentiende.


A estas alturas creo que la mejor manera de empezar es desear la mejor de las suertes al nuevo director. Pedir para él fortuna, buen juicio y mucho trabajo, fundamentalmente técnico, que para la cosa política ya están otros.


Decía que va a necesitar una buena dosis de liderazgo y empatía, pues se encuentra con el personal soliviantado: la mayoría de los trabajadores del Musac han decidido revelar la deriva que ha sufrido el centro desde que se abrió en 2005. Al respecto tengo sentimientos encontrados porque como colega de museos me solidarizo con ellos, máxime cuando estoy de acuerdo con muchas de las cosas que expusieron en su comunicado. Sin embargo tiendo a dudar de la oportunidad del anuncio, pues si la deriva era tan poderosa hubiera sido necesario que la hubieran denunciado antes. Bien es cierto que si no lo hubieran expuesto públicamente en este momento no hubieran tenido el impacto que han conseguido, y su expresión de insatisfacción se hubiera perdido en la vorágine mediática que atizó al Musac durante estos días. Pero también es cierto que a partir de ahora les puede ser exigible que la preocupación que han manifestado se reproduzca al menor indicio de repetición de la mala praxis que delatan.


De este modo, sería bueno que el nuevo director contara con ellos con toda confianza, pues si el Musac es grande se debe a ellos en gran parte. ¿O creen que el prestigio alcanzado es un logro individual? Incluso sería aconsejable que el nuevo responsable los protegiera como un escudo, porque desde ahora son vulnerables y están a expensas del recorte inevitable y el reajuste fácil. Así que pido que no se les demonice por su valiente acción, pues ellos han hecho lo que consideraban justo para denunciar ciertas irregularidades; que no es lo mismo que ilegalidades. Parece que algo de razón deben tener pues ese término ha producido un escozor inusitado; incluso da la sensación de que alguien dejó de leer el comunicado justo después de esa palabra.


También tendrá que conseguir que su gestión sea adecuada a la época que soportamos y que su propuesta de programación sea brillante y creíble, personal e independiente, viable,a sí como cultural y socialmente productiva. Y ello porque la sombra de la dimitida directora planeará durante mucho tiempo sobre el Musac para recordarnos que siempre existirá un sustituto. Para algunos será cómplice de una situación poco deseable, para otros una vergüenza para la profesión y para el resto será la persona que el museo necesita. Uno de sus grande restos será que olvidemos que sólo era el tercero/cuarto de la lista o que era el primero de los siguientes. Y no le van a dar margen de error.



Habrá de superar la impecable gestión artística de los antiguos directores (eso sí apoyada por el aplastante poderío del presupuesto), aunque es posible que por comparación lo tenga más fácil en la parte administrativa: no olvidemos que durante su cargo aquellos admitieron una paulatina pérdida de personal y medios o consintieron episodios como el famoso despido de los educadores con el consiguiente perjuicio para el erario y para la actividad educativa del centro. ¿Que no eran los responsables directos de la contratación? Posiblemente, pero al menos debían conocer lo que ocurría y para puestos de alta dirección, bien remunerada, no hubiera estado mal que se hubieran interesado por el asunto. Incluso como ciudadano y contribuyente de Castilla y León me hubiera gustado que hubieran revelado a tiempo las verdaderas razones de su marcha. Lo que en su momento fueron deseos de recuperar la paz o agotamiento, fueron cañas que se tornaron en lanzas y ahora hemos descubierto que se marcharon, eso sí de perfil, por los mismos motivos que la última directora. Lamento que hasta que la dimisionaria, el comité artístico y los trabajadores y antiguos compañeros no se han roto la jeta por el Musac no han sentido la necesidad de explicarnos lo que pasó en aquellos años de esplendor.

A todo ello sumemos un deseo para que nos haga olvidar el culebrón que hemos vivido a costa de la dimisión. Cruce de acusaciones, respuestas “y tu más” estándar, divagaciones sobre si hubo injerencias o no las hubo, cese versus dimisión “paratilacopla”, ataque despiadado de la oposición política, alegatos vacuos y barrocos, una selección del sustituto fulgurante y su exhibición como trofeo ante las Cortes regionales para mostrar decisión... La desafortunada gestión de este episodio me ha hecho sentir vergüenza por ver cómo se arrojaban el museo los unos a los otros. Por asistir a una lucha en la que un espacio de diálogo, de encuentro y participación, de disfrute, servía para realimentar los partidismos y ambiciones que nos han llevado a esta crisis.


Esperemos que el incidente no se haya cerrado en falso y que este nombramiento sea más que un simple parche para esta legislatura a la que le quedan dos años. Pido a quien debe hacerlo que analice cuidadosamente lo sucedido y adopte las decisiones que merece el Musac. Para tomarlas seguramente le sea de utilidad el recién nacido ranking anual que evaluará la transparencia de museos y centros de arte contemporáneo en España y que ha puesto en marcha el Instituto de Arte Contemporáneo. Nos lo deben, el Musac es de sus usuarios y éstos lo somos porque es un servicio público.


¿Alguna propuesta más? A mí se me ocurren un Plan Museológico y un Consejo Rector.


Naturalmente todo es discutible.